Esta obra de Jules Adler pintada en 1892, fue encargada por el famoso especialista en tuberculosis el Dr. Simon Bernheim. El propio médico aparece retratado en el centro del lienzo sujetando el brazo de una mujer enferma. En ese mismo año publicó en una revista médica francesa, un artículo titulado Transfusión de sangre de cabra y la tuberculosis pulmonar. Bernheim estaba convencido del poder curativo de este tratamiento, a pesar de que la comunidad médica de la época ya intuía que la sangre humana y la sangre de los animales eran incompatibles.
La escena muestra una cabra adulta y sana atada sobre una mesa de operaciones. Desde la arteria carótida del animal sale una cánula conectada a un tubo de caucho muy fino. La sangre fluye de este modo hasta la vena del brazo de la joven, mientras un ayudante observa atento el cronómetro. En un minuto se logrará transfundir entre 150 a 200 gramos de sangre de cabra doméstica. El único animal refractario de la tuberculosis, según el D. Bernheim.
Si nos preguntamos por los resultados de estas transfusiones y a juzgar por los titulares del diario francés Le Figaro, no solo resultaron inútiles para curar la enfermedad, además sus consecuencias fueron desastrosas.
«Cuatro pacientes transfundidos con sangre de cabra mueren tras el tratamiento de la tuberculosis por el Dr. Bernheim».
En la actualidad, esta Obra permanece expuesta en el Museo de la Historia de la Medicina de la Universidad de Descartes en París.
Fuentes consultadas.-
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