El escritor británico Arthur Conan Doyle siempre será recordado por ser el creador del detective más famoso de la historia: Sherlock Holmes. Sin embargo, en un principio no entraba en sus planes dedicar su vida al noble arte de la escritura, sino a la exigente profesión de la medicina.
Guiado por su vocación, en 1876 comienza a formarse como médico en Edimburgo y se especializa en oftalmología en Viena. Realiza sus prácticas en varios barcos mercantes y ejerce como médico militar en la campaña de Sudáfrica.
Durante esta época de su vida, el joven Doyle, compagina la escritura de relatos breves con su tesis doctoral: un detallado estudio sobre la Tabes dorsal An Essay Upon the Vasomotor Changes in Tabes Dorsalis.
Unos años más tarde se traslada a Londres y abre, con gran esfuerzo económico, su propia clínica oftalmológica. A su consulta acudían muy pocos pacientes y Doyle pasaba largas horas desocupado y aburrido. Quizá, fue el exceso de tiempo libre lo que le empujó a tomarse más en serio su carrera como escritor. De hecho, su primera gran obra, Estudio en Escarlata, en la que presenta al mundo al erudito detective Sherlock Holmes y a su compañero de aventuras el Dr. Watson, la escribió en su consulta.
Al parecer, su época de estudiante de medicina le marcó a la hora de crear al carismático detective que atrapa a los lectores con su mezcla de ingenio y excentricidad. Para crear este personaje, Doyle se inspiró en Joseph Bell, uno de sus profesores de la universidad de medicina. Incluso, la célebre muletilla «elemental…», es la misma que solía emplear el Dr. Bell con los alumnos en sus clases de medicina.
El Dr. Joseph Bell poseía una personalidad analítica, era metódico y muy inteligente. Estas habilidades le llevaron colaborar con Scotland Yard en varias ocasiones, incluso intentó descifrar el famoso caso de Jack el Destripador. Por su «método analítico», su gran capacidad de observación y sus admirables juicios diagnósticos, el Dr. Joseph Belle, está considerado, hoy día, uno de los precursores de la ciencia forense.
En la presentación de uno de sus libros de aventuras, Doyle, agradece al Dr. Bell su labor como médico forense y reconoce abiertamente haber sido su gran inspiración a la hora de escribir sus mayores éxitos literarios:
«No cabe duda de que es a usted a quien debo Sherlock Holmes. No creo que el trabajo analítico de Holmes supere los resultados que le he visto obtener a usted en su consulta. He intentado, partiendo de los principios que nos enseñó —la inferencia, la observación y la deducción — crear un individuo que, como usted, lleve los asuntos hasta sus últimas consecuencias…»
Fuentes consultadas.-
Conan Doyle actuó como reportero y acudió a la presentación de la cura de la tuberculosis por Koch en 1890 aproximadamente. Era la linfa que después sirvió para crear la prueba de tuberculina. El detective puso en duda la eficacia del remedio y lo ubicó. Hay un libro que trata acerca de este tema que se llama The remedy…., bastante recomendable. Saludos y felicidades por la página
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Saludos Arturo, y muchas gracias por la recomendación: «The Remedy: Robert Koch, Arthur Conan Doyle, and the Quest to Cure Tuberculosis». Ya lo he localizado. Lo leeré, sin duda. Un abrazo.
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